Bótox
Llamamos aplicación de toxina botulínica a la técnica que tiene como finalidad el tratamiento de las arrugas que han aparecido por contracción de la musculatura facial. La técnica consiste en la infiltración de la llamada toxina botulínica en determinados músculos de la cara, como los músculos depresores de la ceja y la porción lateral del orbicular de los ojos, con el fin de paralizarlos y hacer desaparecer las arrugas cutáneas finas generadas por su contracción. La toxina botulínica es una sustancia que inhibe la contracción muscular y que tiene como efecto la parálisis del músculo. Al cabo de unos meses, el músculo recupera su actividad. La inyección de toxina botulínica no es una técnica indolora; las múltiples inyecciones intramusculares se asocian a un dolor significativo cuya percepción es variable según cada paciente. La utilización de un anestésico local es opcional según las características del paciente. Después de cada inyección es necesario aplicar una presión suave en el músculo durante unos minutos para evitar la aparición de hematomas. La desaparición de las arrrugas no es inmediata, sino que han de transcurrir unos días -de tres días a una semana- para que la toxina haga su efecto y se produzca la parálisis del músculo cuya contracción produce las arrugas de esa zona concreta. El efecto de la parálisis es máximo al cabo de unas semanas y va desapareciendo en un plazo de tiempo variable de entre tres y seis meses. Al cabo de este tiempo el músculo recupera su actividad normal y es necesario volver a inyectar la toxina botulínica para paralizarlo de nuevo. La aplicación repetida de toxina botulínica, si bien no se asocia a la parálisis definitiva del músculo, sí se asocia a una mayor duración de su efecto. Las dosis de toxina botulínica utilizadas son tan pequeñas que no producen complicaciones en el resto del organismo.